Translate

4 oct 2012

Camilo Guevara March tras las huellas de su padre, el Che...

En 1989, Ernesto Guevara Lynch dio a conocer un libro al que tituló «Mi hijo el Che». En él relata, entre otras cosas, que Ernesto dio sus primeros pa­sos en el pueblo misionero Caraguatay (agua dulce del ananá silvestre). "El peque­ño Ernesto vivió en territorio misione­ro cerca de dos años. Es poco probable que lo haya recordado porque era muy chico; pero tengo la seguridad de que todas esas impresiones dejaron en él una profunda huella. Durante muchos años mi mujer y yo estuvimos ligados a esos parajes que dejamos en 1931 por cuestiones fortuitas. Pensábamos vol­ver a trabajar en la explotación del yerbal en Caraguatay; pero ya instala­dos en San Isidro, Ernesto comenzó a tener asma y regresar a Misiones con un niño asmático se hizo muy difícil. Pero siempre la selva misionera estu­vo presente en nuestros recuerdos... Es que en esos parajes el Che dio sus pri­meros pasos...", señaló Guevara Lynch.
Caraguatay, Misiones (Patricia López Espínola/ Fotos: Adrián Abad). Increíblemente, después de más de 70 años, el Guevara que regresó a pisar el mismo suelo fue uno de los cinco hi­jos del Che. Camilo Guevara March, estuvo en Caraguatay invitado por la Subsecretaría de Turismo y la Direc­ción General de Cultura, este hombre de 43 años, y que tenía 5 cuando asesinaron a su padre en Bolivia, recorrió parte de las 21 hectáreas del Parque Provincial Er­nesto Guevara, donde se construye el museo temático sobre el Che y que será inaugurado el 14 de junio de 2005, con la presencia en Misiones de Aleida Gue­vara March, la primera de las hijas que el mítico guerrillero tuvo con la cuba­na Aleida March.

Sendero hasta el Arroyo Salamanca
Con una cámara fotográfica colgada al cuello, vestido con pantalón y cami­sa livianos de color verde claro, y el pelo largo atado, Camilo Guevara acompañado por periodistas y fotógrafos, subió len­tamente el sendero que lo llevó hasta el lugar donde aún quedan restos de la añeja construcción (cuyos pocos ladri­llos están cercados por tacuaras) en la que vivieron Ernesto Guevara Lynch y su esposa Celia de la Serna: "En Cara­guatay construí una casa con pilotes de ladrillos, pero con vigas, paredes y las tejas del techo absolutamente de ma­dera, sin ensambladuras ni tornillos. Las maderas estaban sujetas entre sí por medio de clavos galvanizados. Una noche se desató una enfurecida tor­menta, el viento era tan fuerte que creí que la casa no iba resistir. En un mo­mento decidí tirarme sobre la cama de mi hijo Ernesto para protegerlo con mi cuerpo, previendo que la construcción se derrumbara, afortunadamente mi modesta casa resistió el furioso venda­val", relató Guevara Lynch.

Profundizar su obra

Frente a lo que queda de aquella vieja construcción, está el Arroyo Salamanca. Cuando llegó allí (con Diego Cabral como guía de turismo), el tercer hijo del Che se acercó hasta la casca­da y se refrescó con el agua fresca. Des­pués, sentado en un banco de madera ubicado en medio de la frondosa vege­tación, reflexionó sobre los motivos de su viaje a la tierra colorada, acompaña­do por los cubanos Sergio Vidal, cama­rógrafo; Dailyn Pérez Guillén, periodis­ta e investigadora del Centro Integral de Investigación Ernesto Guevara, y Carlos Rodríguez, fotógrafo y periodis­ta. Todos dispuestos a registrar esa por­ción misionera relacionada con la in­fancia de Guevara.
"En La Habana estamos creando un centro de estudios que lleva el nombre del Che. Es un legado que quiero brin­dar a todos los que admiraran la lucha de mi padre, y tiene como objetivo pro­fundizar su obra y pensamiento, y a la vez poder divulgar a través de internet lo que hacemos, que por aho­ra es puramente académico. Se traba­ja en la investigación, y tiene un espa­cio al que llamamos "proyecto alterna­tivo", y que es una forma de abrir el dia­pasón de la divulgación en todos los sentidos, desde talleres comunitarios hasta debates para niños, jóvenes y adultos".

El hábito de la escritura
Explicó que el centro de investiga­ción tiene por sede la que fue la vieja casa del Che en el barrio Nuevo Veda­do, cercano a la Plaza de la Revolución. En ese centro está todo lo que publicó él y sobre él. «La mayoría de lo que te­nemos es inédito, y estamos clasifican­do y reparando algunas cosas. Prime­ro hacemos un estudio para que la gen­te pueda comprender de qué se trata. A veces nos encontramos con cuader­nos muy personales, filosóficos, no hay que olvidar que el Che desde los 17 años empezó a hacer una serie de ano­taciones de los textos que iba leyendo y reflexionando. Ese hábito lo tuvo toda la vida, y a medida que pasaba el tiempo apuntaba más al análisis y a mostrar un individuo que intelectual­mente iba creciendo. De esos trabajos hacemos un estudio previo y llamamos a colaborar a un grupo de filósofos, es­pecialistas en su pensamiento político. También participan los combatientes de Sierra Maestra, pero ellos nos dan un apoyo simbólico porque ya tienen cierta edad y más que nada se ponen a cuidar la obra, y cuando hay alguna cosa que está mal, la corrigen; pero la idea es que tengan contacto con los ni­ños para que éstos conozcan la historia de cerca», dijo entusiasmado.

Orgulloso de su padre

El joven manifestó que "la idea es unir los esfuerzos de esta gente y hacer una publicación posterior, sacando los origi­nales y explicando qué cosas es lo que hay para que la gente pueda entender por qué ese tipo pensaba así. Básicamen­te para eso es el centro, después está la parte académica, se preparan coloquios y cursos para acceder a toda una serie de información elaborada por especialistas, apoyado por originales. También se brin­darán cursos para que los que quierantrabajo es silencioso y de bajo perfil, por eso muchas veces preferimos no hablar con la prensa. Somos gente a la que no le gusta salir en los medios, ni que haya ningún run run, preferimos pasar inad­vertidos", explicó.
A pesar de su reticencia a hablar con la prensa, Camilo Guevara dijo ser consciente de que la gente "cuando me ve se quiere acercar y hablarme de mi padre. Ya estoy acostumbrado, hace casi 43 años que lo vivo. Pero no vine a Misiones a hacer una visita so­cial, es algo privado y no privado a la vez porque lo cierto es que no tengo dinero para pagarme un viaje a la Ar­gentina, lo hizo Cuba desde el Centro de Investigación y el Gobierno de Mi­siones. Toda mi vida fui educado lle­vando conmigo el apellido Guevara y estoy muy orgulloso de ser hijo de quien soy; pero también tengo mi pro­pia vida, no puedo vivir sólo bajo la sombra de ser hijo del Che. Estoy or­gulloso y respeto todo lo que hizo él, e incluso trabajo para que su pensa­miento se perpetúe. Entiendo todo lo que motiva la admiración por mi pa­dre; pero yo soy Camilo, sólo uno de sus cinco hijos, y en todo caso un ad­mirador más de su obra".
Sobre su impresión de lo que vio en Caraguatay, Camilo sintetizó que «con­servar este parque, impidiendo que se siga desmontando la selva, es el mejor homenaje que los misioneros le pue­den hacer al Che".

"La lucha que libró el Che 
es la historia de Latinoamérica"
Camilo Guevara March también habló en sobre la situación de desigualdad en Latinoamérica. "La lu­cha que libró el Che es la historia de toda América, es la de Cuba y la de Ar­gentina, creo que somos muchos los que buscamos que haya equidad y ha­cia ese lugar vamos. Sé que falta mu­cho todavía; pero estamos en ese cami­no. La gente habla de Latinoamérica, pero nos han dividido tanto que se pierde el sentimiento de ser latinoame­ricano; pero creo que es una de las co­sas en las que hay que trabajar más: provocar hechos culturales, educacio­nales, mostrar nuestros orígenes, nues­tra cultura, cualquiera puede conocer cosas de Grecia con facilidad, y ense­guida se cree que ese tipo es culto; pero de aquí, nada. En una época las culturas aborígenes eran resistidas, y ahora que da un poco de dinero, la gen­te se acuerda de ellas. Es un fenóme­no que se da en todos lados. Hay que trabajar mucho y hacer que la gente se sienta parte de esto", dijo.
Antes de partir de Caraguatay, Ca­milo Guevara expresó su emoción des­pués de haber recorrido lo que su abuelo graficó en un libro dedicado a su hijo Ernesto: "Desde nuestra casa, edificada en un recodo del Paraná so­bre una alta loma, veíamos dos largas canchas del río. El Paraná tiene allí más de 600 metros de ancho. Sobre la costa de enfrente se alzaba la espesa y deshabitada selva paraguaya, la que en sucesión de lomadas venía a per­derse en el río, formando una impene­trable maraña de tacuaras, lianas e icipós". Dijo que "Para mí es muy interesante conocer estos lugares por donde estu­vo el Che. No sus raíces porque las raí­ces son mucho más que los lugares donde uno estuvo de chiquito; pero es una parte muy interesante. Antes de venir, ya conocía como era Misiones y también he visto fotos; pero no es lo mismo estar aquí, oler estos paisajes, la exuberancia de esta vegetación. Es una cosa tremenda donde todos los sentidos se ponen a funcionar, no es lo mismo leerlo en un libro o que te lo cuenten que estar aquí donde uno puede oler. Yo reconozco estos olores que se parecen al monte de Cuba y su­pongo que de alguna forma el Che está presente en todo esto".

Plantar un árbol...


En el Parque Provincial Ernesto Guevara se destacan tres incipientes arbolitos por encima de la frondosa ve­getación porque cada uno tiene una importancia especial y su cartel indica­tivo, así se puede leer que en septiem­bre de 2004 se plantó un cedro misio­nero, en memoria de los 30 mil desapa­recidos durante la dictadura; mientras que el 8 de octubre de 2004, el agrega­do cultural de la Embajada Cubana en Argentina, Danilo Sánchez plantó un lapacho como homenaje a los 36 años de la muerte del guerrillero heroico y en esta vez, Camilo Guevara, por inicia­tiva de Juan Domingo Perié, integran­te del movimiento ecologista Taman­duá (como en las anteriores ocasiones), también plantó una cañafístola en el parque. "Dicen que quien planta un árbol se perpetúa", indicó mientras hundía las raíces de la especie en la tierra roja, ayudado por el intendente de la Municipalidad de Caraguatay, Ri­cardo Welbach.

Un yerbal en Misiones

En diciembre de 1927 Ernesto Guevara Lynch se casó en Buenos Aires con Celia de la Serna. enseguida se trasladaron a Misiones, donde compró 200 hectáreas de selva en la márgen del río Paraná en Caraguatay. Sobre un barranco con vista al río construyó una amplia casa sobre pilotes de ladrillos y maderas con cocina y baños exteriores.
Ante el avanzado embarazo de su esposa y la precariedad del lugar para tener a su primer hijo, viajó río abajo hasta Rosario, ahí nació Ernesto el 14 de mayo de 1928. Poco después regresaron a Caraguatay donde vivieron hasta 1930, año en que el matrimonio regresó a Buenos Aires.

Cinco hijos

En agosto de 1955 Ernesto Guevara de la Serna se casó en México con la peruana Hilda Gadea, y en febrero de 1956 nació su primera hija, Hilda Beatriz que murió de cáncer (igual que su madre) en 1995.
En junio de 1959, el Che se casó con Aleida March con quien tuvo a Aleida «Aliusha» (1960), a Camilo (1962) a Celia (1963) y a Ernesto (1965). Lo asesinaron el 8 de octubre de 1967, en La Higuera, Bolivia cuando tenía 39 años. Todos sus hijos viven en Cuba. Camilo trabajó durante un tiempo en el Ministerio de Pesca y actualmente lo hace en el Centro Integral de Investigaciones, donde se dedica a la perpetuación del pensamiento político del Che. (Publicado en el Diario Primera Edición en Mayo del 2005)

No hay comentarios:

Publicar un comentario