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6 sept 2016

En defensa propia

Con menos de 20 años M.R. sostiene una vida donde la violencia en todas sus formas dejó huellas. Fue abandonada por su madre a los seis meses y a partir de ahí el derrotero del maltrato no le dio tregua. El monstruo más grande se personificó en su propio padre cuando la atacó sexualmente. Ante el segundo intento, y viendo además que estaba en riesgo su hija, de dos años y medio, se defendió hasta matarlo.
"Aquella primera vez no pude defenderme porque me golpeó y me desvanecí. Pero no iba a dejar que lo hiciera de nuevo, y mucho menos que tocara a mi hija", cuenta con firmeza y la mirada nublada en lágrimas. El relato ilustrativo que hace a lo largo de la entrevista demuestra que actuó en legítima defensa y protegiendo a su niña, como la protege ahora. El amor por su hija la mantiene en pie mientras espera que la Justicia decida su destino.


POSADAS, Misiones (Texto y Fotos: Patricia López Espínola). M.R. tiene 19 años, pero aparenta ser más chica, no sólo por su contextura pequeña, sino porque cuando juega con su hija parece una niña más. Nació en Puerto Libertad y a los seis meses de vida, su madre la abandonó en la casa de una vecina. Así empieza su historia, con relatos cargados de tristezas y maltratos.
Después fue a vivir con su abuela materna, y con ella la vida también fue muy dura. La mujer tenía 70 años y problemas mentales. "Me pegaba con cualquier cosa, con un machete, con un garrote, con lo que encontraba en su camino...".
La que habla es la joven que mató a su padre biológico, con un cuchillo, en una precaria vivienda de Bernardo de Irigoyen. De esa manera se defendió de una segunda violación y también protegió a su hija, a la que su padre intentó abusar.
La primera vez que fue atacada sexualmente no pudo defenderse porque su padre la golpeó y desvaneció. "Pero no iba a dejar que lo hiciera otra vez, y mucho menos que tocara a mi hija", cuenta con firmeza y la mirada nublada en lágrimas. El relato ilustrativo que hace a lo largo de la entrevista demuestra que actuó en su legítima defensa.
La noche de la tragedia, ella estaba en el patio de la casa con su padre, que bebía con un vecino de 15 años. Cuando el chico se marchó y ella se retiró a dormir, el hombre insistió en que lo acompañara a seguir bebiendo, pero se negó... "Estaba durmiendo cuando me desperté de golpe, y él estaba en mi cama. Me había sacado la ropa e intentaba forzarme. Le di una patada con bronca y me levanté rápidamente. Me pegó una trompada y me tiró al piso. Me paré como pude y lo empujé fuerte contra la pared y se golpeó la cabeza; se recuperó y agarró un cuchillo y me amenazó que si no me dejaba, me iba a matar y se quedaba con mi hija, y cuando vino hacia mí empujé una mesita que le dio en las "canillas", tropezó y se cayó; agarré el cuchillo y le hinqué. Sólo quería defenderme y proteger a mi nena", dice como si rezara.

"Sentí que me defendía de tanto maltrato"
Cuando vuelve al relato de la noche trágica, cuenta que en estado de schok envolvió el cuerpo del violador con una frazada, lo arrastró hasta el corredor de la casa, y al escuchar llorar a su hija, se acostó abrazada a ella y se durmió. Al día siguiente no recordaba nada de lo que había hecho.
"Fue como que perdí la memoria. Vino un hermano de mi papá, golpeó una ventana y empezó a preguntar por él. Miré y en ese momento vi el cadáver. Él hizo la denuncia, y en la comisaria yo dije todo lo que me acordaba", resume.
M.R. no tiene idea sobre lo que puede pasar con su situación. "Sé que mis tíos están dolidos. Pero ellos no saben lo que es estar en mi lugar. No saben lo que viví. Nadie que no haya sufrido mi calvario puede entender lo que hice. Yo solo quise defenderme", subraya.

"Escapaba al monte por los golpes de mi abuela"
La joven vivió con su abuela materna en Puerto Pinares, Eldorado, hasta que no aguantó más el maltrato. "No podía seguir ahí porque ella era muy violenta, creo que por su problema mental. A veces me pegaba tanto que me escapaba al monte y me quedaba varios días escondida, sin comer. Amanecía bajo la lluvia. Sufrí mucho con ella. Y un día junté coraje y me fui a lo de una tía; pero cuando el marido tomaba mucho, también me maltrataban. Hasta que vino otra tía de Brasil y me llevó a conocer a mi mamá, que estaba en Puerto Libertad, y me quedé un mes en su casa; pero una noche mi padrastro quiso abusar de mí, y mi mamá me llevó a lo de una señora mayor que me trataba muy bien y yo la quería mucho".
Entre los afectos que guarda, Nicolasa fue la única que la ayudó en "toda mi vida", sin pedir nada a cambio. "Me mandaba a la escuela, me compraba las cosas. Gracias a ella hice hasta 6° grado; pero cuando yo tenía 13 años falleció de una enfermedad, y no pude estudiar más. Nicolasa fue muy importante en mi vida, hasta hoy me duele su muerte", musita apretando los puños.
A partir de esa pérdida, la vida de M.R. fue un derrotero de sinsabores.
Trabajó como empleada doméstica de una casa en otra, hasta que conoció a Juan S. el padre de su hija. Vivieron juntos en Pozo Azul, y cuando supo de su embarazo, él se fue a trabajar en un yerbal, y regresaba los fines de semana. "Cuando nació mi hija comenzó a pegarme, dejó de trabajar, la nena necesitaba cosas, y nunca se ocupó, y cuando conseguía algo de plata, gastaba en bebidas. Entonces un día agarré mis cosas, y salí a la calle con la nena. Me fui a la casa de una de mis tías, y me quedé un tiempo. Trabajaba limpiando casas, hasta que apareció otra de mis tías y me contó que mi papá vivía en Bernardo de Irigoyen y me quería conocer", dice.

Inicio de un nuevo calvario
La joven decidió quedarse a vivir en la casa de su padre que estaba solo, para huir del maltrato en la casa de su tía materna. Cuenta que al principio parecía una buena persona, jugaba con la niña como cualquier abuelo, al tiempo M.R. conoció a un muchacho y se fueron a vivir juntos. Pero nuevamente comenzó la violencia, no solo con ella, sino con su hija, y regresó a la casa de su padre. Hasta que una noche mientras dormía, "él se metió en mi cama. Quise defenderme; pero me golpeó -relata y se quiebra en llanto-. Al otro día esperé que se fuera, y llamé a su hermano y le conté lo que me pasó, y como él tiene casas en alquiler, le pedí que me prestara una; pero mi tío me respondió que ninguna estaba vacía, y que no abriera la boca sobre lo que me había pasado. Pensé en hacer una denuncia, pero me daba miedo que nadie hiciera nada y que al final él se ponga más violento conmigo y con mi nena, entonces todo quedó así...".
Cuando la detuvieron, una oficial se ocupó de su hija. Le preguntaron por el padre que vive en Entre Ríos y lo mandaron llamar. Juan S. quiso hacerse cargo de la criatura; pero ella se negó a que la lleven a otra provincia. "Es un peón golondrina y un hombre violento. ¿Qué futuro le espera a mi hija con él?", se preguntó.
La joven no está de acuerdo con que la criatura sea reconocida por Juan S. Admite que es el padre; pero reclama que cuando se separaron, la nena tenía seis meses y no se ocupó de darle su apellido. "Al año la anoté yo y le dieron el DNI. Él nunca le pasó un peso. No le importó si comía o tenía pañales". Por ahora, y hasta que su causa se eleve a juicio oral y público, la niña estará con ella. Eso es lo único que la mantiene en pie.

Trabajo conjunto de la Justicia

El caso de M.R. generó un trabajo conjunto entre la Jueza de Instrucción Nº 2 de Eldorado, Nuria Allou; la Defensora Civil, Laboral y de Familia Nº 4, de Bernardo de Irigoyen, Carla Julieta Albertini, y la Defensora Oficial del Fuero Penal, Ana María Mayerhoefer, quienes aunaron esfuerzos para que esa madre tenga prisión domiciliaria y pueda estar con su hija -mientras espera el juicio oral- apelando al Interés Superior del Niño y la Niña.
Además lograron que el padre de la pequeña cumpla con la cuota alimentaria, y que la joven cuente con una defensa que apele a su condición de víctima de violencia de género, sojuzgada y maltratada durante casi 19 años.
Una vez interiorizada del tema, a la tarea de estas tres funcionarias judiciales, se unió la diputada Myriam Duarte, que integra la Comisión de Género, Familia, Juventud y Niñez de la Legislatura, quien se ocupó -junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, y la titular de la Comisión de Prevención de Tortura, Rita Núñez- de gestionar un lugar para que madre e hija estén resguardadas hasta que la Justicia decida el destino de M.R.


Ana Mayerhoefer, Defensora Oficial: Esta chica es víctima de una extrema violencia 
La Defensora Oficial del Fuero Penal, Ana María Mayerhoefer, tiene una gran experiencia en la defensa de personas de sectores vulnerables, y entre ellas víctimas de violencia de género. Esta vez le tocará ocuparse de que en el juicio oral y público, haya justicia para M.R. acusada de matar a su padre en defensa de su integridad sexual y la protección de su hija.
"En principio logramos la prisión domiciliaria, un beneficio que le corresponde legalmente por tener una hija menor de 5 años", resaltó la Defensora Oficial del Juzgado de Instrucción 1 y 2 de Eldorado.
Admite que se trata de un caso muy complicado, en el que a todas luces se ve que se defendió de una extrema violencia que generó el ataque del padre contra su integridad sexual, y en defensa de la vida de su hija. Espera contar con la declaración de la joven, porque "nos enriquecería a todos, a veces sucede que los operadores del sistema judicial estamos un poco alejados, encerrados en gabinetes. Pero creo que cuando escuchemos a esta joven podremos ayudarla como víctima de un maltrato crónico desde que era una criatura", dijo.
Mayerhoefer adelantó que presentó lo que se llama sobreseimiento por legítima defensa, ya que considera que defendida tuvo que tomar esa decisión para salvar su integridad sexual y también su vida porque el padre esa noche tomó un cuchillo con ánimo de lesionarla, y abusarla sexualmente. La defensa cuenta con el testimonio de una hermana (por parte de padre) mayor que ella, y que se presentó espontáneamente en el Juzgado de Instrucción 2 de Eldorado para relatar detalles de una historia macabra en la que ella también fue violada por su progenitor durante años.


"Apunto al sobreseimiento en legítima defensa"
"La victima afirmó que no tenía otra opción porque quería salvar a su niña, sacarla de ese ámbito donde temía por su vida, y en ese contexto ocurre este hecho en el que no tuvo alternativas. Presenté el sobreseimiento que aún espera resolución porque están dispuestos nuevos testimonios en la causa, que quizás me ayuden a ampliar el sobreseimiento; pero la idea es que termine en instrucción".
La doctora Mayerhoefer tieneuna vasta experiencia en casos similares y en los que logró obtener la absolución de las víctimas o condenas menores. "En la Zona Norte hay una realidad muy compleja, y desde hace dos años estoy con las dos Defensorías Penales, donde hay muchos casos y hay que estar todos los días con la cabeza atenta", remarca.
En ese sentido, "estamos tratando de hacer lo mejor posible en cada uno de los casos que nos toca, y especialmente cuando se trata de problemáticas de violencia de género, como sucede con M.R. que es un víctima total de la situación, y lo voy a demostrar en el juicio, donde espero lograr un sobreseimiento en legítima defensa", asevera la Defensora Oficial.

Carla Albertini, Defensora de Familia: Resguardamos a la niña y su madre

La Defensora del Fuero Universal, que incluye al de Familia, Carla Julieta Albertini, es una joven abogada comprometida con las causas que llegan a su despacho. 
Oriunda de Puerto Piray, y residente en Bernardo de Irigoyen, ella intervino en el caso de M.R. la joven que mató a su padre para defenderse que un ataque sexual contra ella y su hija de 3 años. "Me ocupé del caso en defensa de la niña, y como colaboradora del trabajo que realizó la Jueza de Instrucción 2 de Eldorado, Nuria Allou y la Defensora Penal, Ana María Mayerhoefer. Lo que intenté desde mi función es resguardar a la menor y a su madre, tratando de ubicar un alojamiento seguro a través de instituciones para que les brinden alojamiento y alimentación adecuada hasta que fueran trasladadas a la unidad penitenciaria".

Resguardadas
La funcionaria judicial señaló que el padre biológico de la niña -que vive fuera de Misiones- inició los trámites para reconocerla legalmente en el Registro de las Personas, "y eso implica que cumpla con la cuota alimentaria", acota.
Sobre los casos que tuvo en su Defensoría indicó que manejó algunos muy graves de homicidios; pero ninguno de las características en las que está involucrada la joven. Y destacó como un logro el trabajo conjunto entre su Defensoría, el Juzgado de Instrucción 2, y la Defensoría Penal, porque por eso en todo momento la niña y su madre fueron cuidadas, y sus derechos resguardados con el acceso a la Justicia, protegiendo a la criatura y garantizando el vínculo entre ellas. "Así que estamos muy contentas porque logramos hacer esto en muy poco tiempo, y cumpliendo con la tarea que nos corresponde a cada una", dijo.
Desde octubre del 2012, Albertini es la única Defensora de la zona, y la característica de Bernardo de Irigoyen es que no cuenta con un Juzgado de Primera Instancia -sólo tiene Juzgado de Paz- por lo que debe trasladarse a cumplir tareas en el Juzgado de la ciudad misionera de Eldorado.












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