Las instalaciones del Hotel Hilton, ubicado en Puerto Madero,
fueron el marco para la charla que Chavela Vargas y Pedro Almodóvar
mantuvieron con esta periodista, horas antes del concierto denominado
"Volver, Volver", que la cantante brindó en el Teatro Gran Rex, y en el
que el director de cine español, ofició de maestro de ceremonia.
Con anteojos oscuros, una chalina cubriéndole los hombros, y un pañuelo
al cuello, Vargas entró a la sala de prensa de la mano de su gran amigo
por el que confesó un amor incondicional: "A Pedro me une un amor muy
especial. Al amigo se lo llama y viene cuando una lo necesita, pero el
amor no. Por eso para mí Pedro vale mucho más que 70 amores...",
expresó.
Buenos
Aires (Patricia López Espínola). Pedro Almodóvar no se quedó atrás cuando habló de lo que la dama de poncho
rojo significa en su vida, y se definió: "Antes que director de cine,
soy el presentador oficial de Chavela, y no es una tarea fácil, les
aseguro", manifestó. Inmediatamente agregó: "Para mí Chavela significa
mucho, tendría que escribir muchas palabras para describirlo; pero
digamos que es una de las dos o tres debilidades que tengo, y eso es muy
importante en el sentido de que si Chavela me llama o me necesita, yo
no pienso en lo que estoy haciendo, no considero si puedo o no puedo, si
no que sin pensarlo y de un modo irracional ahí estoy. Probablemente
ella y alguna otra persona más, son las únicas que tienen ese poder
sobre mí".
"No tuve maestros, todo lo que sé,
aprendí de la vida" La cantante mexicana por
adopción nació en Costa rica en 1919, y se alejó de ahí a los 14 años.
Triunfó en Mexico y después de dos décadas volvió a su ciudad natal.
"Volví a demostrarle a mi madre que servía para algo, porque ella me
había echado diciéndome que me iba a morir de hambre con mi canto, que
yo no servía para nada", dijo con pesar.
Contó que comenzó su carrera cantando en un cabaret mexicano: "Fue una
lucha muy dura porque todo el mundo decía: 'esa niña canta horrible!'
Fui creciendo y decían: 'esa mujer canta espantoso!'. No tuve maestros,
todo lo que sé lo aprendí de la vida, así que si hago algo que no les
gusta, échenle la culpa a la vida, no a mí... Recuerdo que fui
perseverante, seguí cantando en cabarets, y ahí el público ahora decía
que yo cantaba divino, y un día amanecí famosa. Los periódicos
titulaban: 'Chavela Vargas, la revelación del año', y yo no me acordaba
de tal cosa; así fue como empecé a triunfar, y seguí cantando y luchando
hasta llegar a ser lo que soy hoy, ahora. Rompí con todos los moldes
establecidos, como por ejemplo ponerme pantalones cuando sólo lo usaban
los hombres, o usar el traje de indio mexicano, y así seguí en la vida
provocando. Me corrieron, crucificaron, me pasó de todo; pero aquí
estoy!".
Por momentos, esta diminuta mujer que se agiganta en el escenario, se
olvida de lo que está hablando, se distrae, hasta que retoma nuevamente
el hilo de la entrevista. Y no es para menos, según ella misma aseveró
alguna vez, toda el tequila de México ha pasado por su hígado y por su
cerebro. "Pero no me han vencido, porque tengo un hígado que es una
maravilla, debería quedar para un museo cuando me muera, habría que
examinarlo porque soportó más de 40 mil litros de tequila, tengo más de
80 años, todos los días camino dos kilómetros, hago cosas que hace gente
mucho más joven que yo y aquí estoy, con Pedro, ligado a mi destino",
confió esta mujer poderosa que hace unos días recibió del gobierno de
España la condecoración "La Gran Cruz de la Orden de Isabel la
Católica".
Una artista que sobrevive a sí misma
Con la sala
desbordada del Teatro Gran Rex, minutos después de las 22:00 y con los
primeros acordes de "Macorina", entró al escenario Pedro Almodóvor para
presentar a su gran amiga. Cuando los aplausos cesaron, habló de su
emoción por estar en la tierra de Niní Marshall, Carlos Gardel, Pedro
Goyeneche, Cecilia Roth, Fito Páez, y del pequeño Martín Páez Roth
(presentes entre el público). "Es para mí un orgullo presentar a Chavela
que pertenece a una extirpe ya en extinción de artistas que nos
iluminan muchísimo; pero que también por su propia combustibilidad se
queman y muere. Chavela se ha sobrevivido a sí misma, y se ha
reencarnado en lo mejor de sí misma después de atravesar una larguísima
travesía del desierto...".
Recordó cuando acompaño a la cantante en un concierto que brindó en
París, y ella se paró en el mismo lugar en que cantó Edit Piaf, acto
seguido Amodóvar se agachó y besó el escenario para expresar "he besado
el lugar que ella va a pisar dentro de un momento. Señoras y señores,
recibid por favor como se merece a Chavela Vargas!!".
A partir de ese momento Chavela se adueñó del alma de la gente y desnudó
cada una de las canciones que hablan de amor y dolor, y que ella
conoce como nadie. Ante cada ovación abría sus brazos como un Cristo y
el poncho mexicano, rojo y negro, enmarcaba su figura de cabellos
blancos. Horas antes, Chavela había confesado a la prensa que tenia
miedo: "Siempre he tenido miedo y pienso que no se me quitará nunca. Yo
subo a escena y veo como mil toros -no al público- que tengo que torear,
pero felizmente los venzo y los convenzo", enfatizó.
Canción que merece el Premio Nóbel
Y así sucedió, el
público se volvió su cómplice y se rindió a esta señora que tuvo una
juventud intensa, y que se para en sus más de 80 años con hidalguía. Se
desangró en cada canción y devolvió las declaraciones de amor que
recibió desde la platea. "Yo también los amo! No sé por qué vine tan
tarde a esta país, debería haber venido cuando tenía 20 años", lamentó
antes de cantar el tema de César Isella, "Canción de las simples cosas".
"Yo creo que por esta canción su autor que está acá entre nosotros, y
que ustedes conocen bien, merecería el Premio Nobel, es una letra divina
y yo también pienso como él, las cosas simples son las que más valen",
señaló antes de ponerle su voz junto a los músicos que la acompañan con
sus guitarras desde hace años, Oscar Ramos Enríquez y Luis Güarneros
Marcué.
El paso del tiempo
Chavela
Vargas lamentó el paso del
tiempo, "Ay Dios! todos los días me veo en el espejo y me digo que ya
falta poco para partir... cómo pasa el tiempo!". Entre las letras de
"Piensa en mí" y "La llorona" reiteró su amor a Buenos Aires: "Yo quiero
a
este país, lo amo mucho", dijo, y para reafirmarlo ofreció una versión
de "Mi Buenos Aires querido", como sólo su voz puede sentirlo,
acompañada
por la guitarra de Osvaldo Burucuá, y el bandoneón de Susana Ratcliff. A
pesar de que su garganta no daba más, Chavela Vargas demostró durante
casi dos horas por qué es tan admirada en el mundo entero.
Casi cerca de la medianoche, llamó a su presentador oficial y lo invitó a
cantar con ella el tema que da nombre al espectáculo: "Volver, volver".
El director de cine a su vez, pidió al público que participara, y
"Volver, volver, volver a tus brazos otra vez..." fue coreado por miles
de gargantas. Chavela se fundió en un abrazo con Pedro Almodóvar, y se
despidió prometiendo volver "si sigo viva...", insistió. Y para alejar
fantasmas dejó sonando en el aire los últimos versos de la canción de
Cuco Sánchez "Hacia la vida": "... No pregunten quién soy porque no se
los digo, sólo sé que dónde voy el amor va conmigo, y a puro valor he
cambiado mi suerte, hoy voy hacia la vida, antes iba hacia la muerte!!",
desgranó con toda la potencia de su voz, y se perdió entre bambalinas
sumergida en una ovación que la acompañará para siempre.
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