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10 oct 2012

Mixtura de culturas en la privilegiada voz de Lila Downs

Unos minutos después de las 22.00 de una mágica noche otoñal, se amplió el cielo de la Vieja Usina para dar paso a Lila Downs, en el marco de su gira "Black Woman Magic Tour".
Esta hija dilecta de Oaxaca, México llegó -por segunda vez a Córdoba, después de haber estado con Mercedes Sosa y Susana Baca en 2008- con sus ropas coloridas, con bordados y texturas autóctonas donde primaba el amarillo de la cabeza a los pies.
Córdoba (Patricia López Espínola/Fotos: Abril López, Rodrigo Fierro). "Buenas noches gente de esta hermosísima provincia de Córdoba!! Qué placer estar acá con ese afecto que tenemos las mujeres sobre las montañas, sobre los llanos, la Pampa, el sur, el norte, por los hombres y por las mujeres, besos que sanan el corazón, que sanan las palabras...", expresó antes de regalar "Agua de rosas", y a partir de ahí poner la cadencia de su multifacética voz, su corazón y su sensualidad al servicio de una variedad de canciones bellas, sentidas, bailables, emotivas durante dos horas.
Entre canción y canción, Lila presentó a sus músicos, notables todos, y a los que denomina 'La Misteriosa banda de Lila'. "Le pusimos ese nombre porque van cambiando los músicos y porque con la música siempre dan ganas de curiosear", dijo al aludir a Paul Cohen, Yayo Serka, Celso Duarte, Paty Piñón, Angel Chacón, Leo Soqui y Gus Andrews, que como en una tribu, con sus instrumentos rendían reverencia a la diosa de la tierra, de la música, del amor, de la sanación. "Son mis compañeros de vida y a ellos les debo todo", confesó generosa antes de relatar: "Voy a cantar un tema de la frontera, del desierto, y los pasos de un ser amado y al que uno va siguiendo por la vida que nos renueva así como el sol, el viento y la lluvia", mixturando el español con el inglés: "Yo envidio el viento/ que susurra en tu oído/ que llama en invierno/ congela tus dedos/ que se mueve en tu cabello/ que parte tus labios/ que congela hasta tus huesos...".  
Después de señalar la virtuosidad del saxofonista Paul Cohen, su compañero musical y sentimental, productor de sus discos, la mexicana recordó que "desde México nos da tanto gusto celebrar el hecho de que sobreviva nuestra tradición indígena, la belleza de su cultura, el pueblo y un canto que nosotros queremos mucho, que habla de un reptil muy particular, que anida en los agujeros de los árboles, por allá en la costa de Oaxaca, de La Cruz, Taraxco y la Península de Yucatán, esto que se llama la raíz indígena, africana también y la raíz española, para ustedes dedico este son que se llama "La iguana".
Esta hija de madre mexicana y padre norteamericano de origen escocés, a pesar de haber nacido en el Estado sureño de Oaxaca, se mueve naturalmente en los ambientes fronterizos, Lila absorbió la herencia cultural del México español y del indígena, además de haber estudiado en Estados Unidos.
En el campo musical, su primera pasión fue la ópera; pero terminó convirtiéndose en una cantante profundamente mestiza, capaz de expresar con la música todas sus raíces, desde la ranchera al huapango, pasando por el folk o los tonos oscuros del blues. boleros, sones, purismos y fusiones folklóricos mexicanos, latinos y norteamericanos.
Cuando los acordes del bandoneón presagiaban a "La Martiniana", Lila dedicó palabras de elogio a la "Negra" Sosa, algo que repitió varias veces en la noche: "Yo quisiera dedicarle esta canción a la mama de mi alma, una de las mujeres que me hizo volver al canto, doña Mercedes Sosa!". En el aire se adivinaba el baile, pero cuando la mexicana se apoderó del bongó y su garganta disparó sonidos del altiplano acompañados por un virtuoso charango que dio paso a "Justicia", el estadio explotó de cuerpos abandonando las butacas para bailar desenfrenados mientras Lila recitaba: "Que quieren sueños de nuestra Tierra/ o vislumbres de cada guerra/ donde los dientes de un zapoteca liberan sueños de mezcal/ que lo malo se va a acabar/ que lo bueno ya va a empezar/ ya no quiero llorar de pena/ solo quiero cantar azucenas/ que el cielo me quiere cantar...".
Miles de gargantas coreaban la canción arengados por esa diminuta figura gigante sobre el escenario que cantaba "Sigo creyendo que lo malo acaba, que lo bueno viene, la conciencia te llama!".
Agradeció que "una compañera de aquí de Córdoba que hace artesanías, me mandó este collar muy bonito y quiero agradecerle con esa canción que se cantaba durante la revolución mexicana". Y arremetió con "La cucaracha" en su versión original, acompañada con las palmas del público cordobés que sonaban rítmicamente.
En esa línea, Lila Downs aludió a que "existen algunos gobernantes que nos han hecho mucho daño, y que ahí siguen plantados como si nada; pero bueno, yo estoy convencida que esta tierra mía nunca dejará de ser la tierra noble con la que yo crecí, con los valores que aprendí a amar, a vivir; crecí en la vida conociendo el mal y el bien, por eso le dedico a toda esa tierra de luz esta canción, y en todas las almas resonó "Tierra de luz".
El fondo de la percusión de tambores dieron paso a las palabras de la mexicana para rememorar que "de Chile y Perú llegaron a México los versos de la libertad y de la esclavitud", mientras su cuerpo se desplegaba por todo el escenario al ritmo de los sones.
Lila Downs es una artista con mayúsculas, completa, versátil, sensual, profunda en su decir y su cantar, es humilde, agradecida con el público que la escucha y le pide más y más porque nunca es suficiente. Por todo esto, cuando concluyó sus dos horas de su agitado concierto, se despidió y regresó tres veces más al grito de "no se va, Lila no se va!!".

Energía de poderosa femeneidad 
En medio de aplausos cerrados, juntó sus manos al cielo y con lo que le quedaba de voz, dijo: "La verdad es que yo bendigo mucho el dia en que tuvimos la oportunidad de estar aquí por primera vez y tuvimos la fortuna de hablar con doña Mercedes Sosa, en nuestra gira -indicó-, por ese enorme agradecimiento a esta maravillosa Argentina, quiero cantarles, canciones como ésta que las cantaba desde que tenía como ocho años, y las señoras de mi vecindad decían que no eran muy propio para niñas de esa edad, porque eran canciones de borrachos ... se las dedico a todas aquellos que anden sufriendo de amor", y dejó correr las estrofas de "Paloma negra" con su voz privilegiada. Lila es dueña de uno de los registros vocales más amplios y bellos que se puedan oír, puede ir desde bajos perfectamente afinados y suaves hasta agudos que imitan gorjeos de aves, con timbre sexual y soulero o más juguetón, para las guarachas. Puede rapear o sostener tonos por varios minutos, disfruta en el escenario cuando baila, se ríe, se tira al piso, toma las manos que buscan acariciarla y al final deja un sabor de femineidad poderosa, una energía imparable de una intérprete rica e inusual.
Esta mujer es reconocida por su lucha en causas como la violencia doméstica y la postergación de pueblos aborígenes, plantea una idea de mujer particular, cercana a las antiguas que la precedieron y a las chamanes que la ayudaron a curarse de sus males, es por el respeto hacia ellas que dedicó su disco Ojo de Culebra a ese misticismo de la mujeres. En su visita anterior a la Argentina recordó que tuvo un problema de voz en un momento muy triste de su vida -relacionado con sus dificultades para ser madre, y acudió a Doña Queta, una conocida curandera de su pueblo oaxaqueño- "Me dio unas mezclas de tés que tuve que tomar durante seis meses y que me rejuvenecieron, a partir de ahí me sentí plena", señaló.
Tanto, que ahora, ante la imposibilidad de ser madre, decidió -después que termine esta gira- destinar una gran parte de su tiempo en Oaxaca, para adoptar un niño.

La humildad de una artista
Agradecida con el público, cuando terminó el concierto en La Vieja Usina, Lila Downs, acompañada por su esposo, Paul se acercó a saludar y a sacarse fotos con la gente que no quería irse sin saludarla. Solícita charló con hombres y mujeres, firmó autógrafos, regaló sonrisas y hasta accedió al reclamo de un fans por no haber cantado El Pescador, improvisó la canción a capella y todo volvió a ser una fiesta que estalló en aplausos.

Manos guaraníes

Todos los músicos que acompañan a la mexicana Lila Downs están a la altura de su talento, entre ellos está Celso Duarte, un arpista paraguayo, oriundo de Villa Rica, que fue elegido por la mexicana hace doce años, cuando ella lo descubrió en su propio pueblo, Oaxaca, mientras  el acompañaba al gran folclorista mexicano, Salvador "Negro" Ojeda. "Esa noche Lila tocaba ahí, y coincidió que ambos vivíamos en Teyocán, y me invitó a grabar una cumbia, con el violín y el arpa, y a partir de ahí pasé a formar parte de su banda".
Duarte, además de tocar con Lila, dirije la banda Celso Duarte Sexteto con el que gira, cada vez que Lila Downs le da respiro. "Pero claro, acompañar a Lila es un honor, y ella todo lo hace fácil, es una mujer estupendamente talentosa y muy sencilla. Ahora vamos a Buenos Aires, luego vamos a Nueva York, Washington, Estambul, Noruega, Francia, Alemania, Inglaterra, una gira muy rica para hacer conocer su nuevo disco que se llama Lila Dawns en vivo en París, un concierto muy bello que tuvimos la posibilidad de hacer".Duarte señaló que si bien hace mucho que está radicado en México, y le va muy bien, extraña su tierra guaraní, "mi abuelo murió este año y eso me provocó un gran dolor, pero tengo en mi pueblo a mi abuela, tíos, primos, mi familia. Igual conozco poco lo que pasa en mi país,con la politica y esas cosas. No tengo mucho tiempo más que para la música y leer lo que está relacionado con eso", dijo el arpista. (Publicado en Abril de 2010)


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