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10 oct 2012

Una fusión rockera leonina y demente

El santafesino León Gieco se reinventa a sí mismo, así lo demostró cuando peló la guitarra filetada que lo acompaña desde que grabó “Los Orozco”, vestido de negro y cons clásicos anteojos, y saludó a los miles de misioneros que invadieron el Casino de Posadas, congregando en ese lugar ideado para juegos de azar, varias generaciones y clases sociales. Estaban los pibes de Villa Blosset, Itaembé Miní, Villa Cabello, y las damas y caballeros de clase media acomodada, quienes en decoradas mesas degustaban los platos servidos gentilmente por mozas que hacían malabarismos para llegar a tiempo a saciar el apetito de los comensales, deseosos de escuchar las canciones del cantautor popular de Cañada Rosquín, mientras bebían vinos de primeras marcas.
Posadas, Misiones (Por PLE/ Fotos: Paola Stéfani). Este año, el cantautor cumple 40 años de su profusa carrera, y mientras cantaba se lo veía muy joven en la pantalla de fondo, pero antes y ahora conserva la misma voz y la profundidad de sus letras. Y así arrancó con “Hombres de hierro”, “Soy un pobre agujero”, mientras los comensales se mantenían impasibles, hasta que pidió “acompáñenme con esta canción y quiero palmas”, y cantó ese himno en el que se convirtió “Sólo le pido a Dios”, y la gente toda -la de arriba y abajo- acompañó y cantó haciendo coros.
Entre tema y tema habló de “los hijos de puta que maltratan a las mujeres”, de las grandes mujeres de la historia, de la falta de libertad “mientras gobernaban los genocidas, que espero que vayan todos presos y en cárceles comunes”.

Encuentro de generaciones
Gieco recordó a María Elena Walsh y a su compañera Leda Valladares y las homenajeó cantando “La cigarra”, que “debería ser nombrada el himno del bicentenario”, dijo.
Invitó a Joselo Schuap y con el cantó “Carito”, “Cachito, campeón de Corrientes” y “Kilómetro 11” provocando la ovación del público que a esa altura de la noche, movía las manos y el cuerpo al compás del baile, antes de presentar al metalero Andrés Giménez, recordó que “el 24 de marzo fue el día más triste y oscuro que vivimos en el país, dedico esta canción a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, regaló “La Memoria”…
Cuando subió al escenario el ex líder de ANIMAL, con su banda D-Mente, un gran sector del Casino estalló. "Mi vieja tiene 67 años y se acostumbró a escuchar a ANIMAL cuando ensayábamos en el fondo de su casa, y empezó a conocer a Sepultura, Pantera, y otras bandas. También ella me contaba sobre Louis Amstrong, Los Beatles, Los Cometas, en la época en que ella bailaba, y así hablando con León nos preguntábamos quién no fue rockero alguna vez en su vida?. ¿quién no escuchó un rockanrol alguna vez?, ¿cuántos metaleros hay en este momento en este lugar?, ¿cuántas mujeres de 35, 40, 50 años quieren escuchar un buen rockanrol?", preguntó Andrés Giménez, recibiendo un "muchaaaaaaaaas!!".
A medida que se calentaba el ambiente, pidió "pogos, y que nos hagan al aguante. En las tribunas de arriba veo un aguante bastante importante, en los costados también veo un aguante importante; acá abajo está buenísimo pero vamos a hacer un igualdad de condiciones para los últimos temas", dijo antes de arrancar con Pensar en nada!”, y ya no hubo barreras entre los comensales y el resto del público: hombres, mujeres, jóvenes, adolescentes se unieron para cantar con toda la potencia de sus gargantas acompañando las canciones de León versionadas y distorsionadas por D-Mente. Así sonaron Hombres de hierro, Cinco siglos igual, El país de la libertad, La mamá de Jimmy, El ángel de la bicicleta y la rata Lali, entre otras canciones de todos los tiempos, porque las letras de León ya son universales.

"La juventud está en el alma"
Después llegó el momento de la despedida, y de los bises que incluyó descontrol entre las mesas donde hombres y mujeres de clase media alta, muchos vestidos con trajes, entre ellos funcionarios del Gobierno misionero y empresarios locales, mezclados junto a jóvenes con tatuajes, pelo largo, con jean y remeras, bailando al ritmo desenfrenado de la guitarra eléctrica de Andrés, la electro acústica y la armónica de León, el bajo de Cristian Cocchiararo, y la bateria de Marcelo Baraj. Los metaleros recibieron, además los souvenires de palillos y púas de los D-Mente. Es que "la juventud de las personas se ve en el alma. Arriba, arriba, vamos, a ver más fuerte las palmas!!", fustigó Andrés Giménez, y casi no hubo cuerpo que se resistiera al meneo del baile en la noche del miércoles donde por unas horas, la música casi que logró igualar a las clases sociales. Un paisaje surrealista, qué duda cabe. (Publicado en Junio de 2011)

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